«QUERÍA QUE CADA UNA DE MIS FRASES FUESE COMO UN LATIGAZO, UNA BOFETADA».

Natalia Ginzburg
El camino que va a la ciudad y otros relatos

El camino que va a la ciudad y otros relatos
El camino que va a la ciudad y otros relatos

Delia vive con sus padres y sus cuatro hermanos en una minúscula casa de campo en la Italia de los años cuarenta. A sus dieciséis años, anhela dejar atrás la monotonía del hogar, que delata incluso la triste letanía del gramófono de la familia, en el que suena siempre la misma canción. Así pues, la muchacha decide seguir los pasos de su hermana mayor y tomar el único camino que le permitirá marchar a la ciudad y cambiar de vida: el matrimonio. El camino que va a la ciudad—publicada en 1942 bajo el pseudónimo de Alessandra Tornimparte—es la primera novela de Natalia Ginzburg, un texto de juventud en el que sin embargo ya se advierte el incomparable talento de la autora y que hoy presentamos acompañado de los relatos «Una ausencia», «Una casa en la playa» y «Mi marido», tan evocadores y certeros como las obras más conocidas de la narradora nata que fue Ginzburg desde sus primeros textos.

Natalia Ginzburg (Palermo, 1916 − Roma, 1991) es una de las voces más singulares de la literatura italiana del siglo xx. Publicó en 1934 su primera narración, a la que siguieron obras teatrales—como Me casé por alegría (1964; Acantilado, 2018)—, ensayos—Las pequeñas virtudes (1962; Acantilado, 2002), Nunca me preguntes (1970) y Serena cruz o la verdadera justicia (1990; Acantilado, 2010)—y novelas—Y eso fue lo que pasó (1947; Acantilado, 2016), Nuestros ayeres(1952), Valentino (1957), Las palabras de la noche(1961), Léxico familiar (1963), Querido Miguel (1973; Acantilado, 2003) y Vita imaginaria (1974)—, así como la biografía Antón Chéjov (1989; Acantilado, 2006).

Páginas: 128
Dimensiones: 13 x 21 cm
Colección: Narrativa del Acantilado, 319
ISBN: 978-84-17346-60-7
Encuadernación: rústica cosida

Rubens y Monteverdi en Mantua”

Autor:Hans Ost

Editorial Acantilado, nº 386, 105 páginas

Acantilado presenta un notable ensayo del historiador y experto en arte Hans Ost (1937) en el que se nos refiere con todo lujo de detalles la decisiva estancia de Rubens  en Mantua, en la corte de Vicente I Gonzaga, cuyo maestro de música era el gran Claudio Monteverdi, padre de la música en su concepción “moderna” y de la ópera en particular, junto con Jacopo Peri.Rubens, el eximio pintor flamenco, venido de Amberes, quedó fascinado  por la pintura italiana de Tiziano y de Giulo Romano y otros maestros y pintó para la corte de Mantua un soberbio lienzo de grandes proporciones “El consejo de eos dioses” (1602), el cual tras diversos avatares históricos que nos relata Ost, acabó perteneciendo , primero a la colección de Leopoldo Guillermo, gobernador de los Países Bajos y después a la colección del emperador Leopoldo I de Austria y finalmente –si bien reducido en sus dimensiones-pasó a la colección del castillo de Praga.A este respecto , Hans Ost sostiene una tesis arriesgada pero verosímil: este gran lienzo no fue un cuadro cualquiera , sino un auténtico “telón” para el teatro Olímpico de Sabonetta (en las afueras de Mantua), de tal forma que así el historiador afirma que existió una estrecha vinculación artística y personal entre los dos gigantes del barroco, Monteverdi y Rubens, el primero componiendo la que sería  la primera ópera de la historia “L´Orfeo” de 1607 ,y Rubens pintando el primer telón para un teatro”operístico”.Sea esto o no cierto, en todo caso Hans Ost nos ofrece una panorámica muy atractiva de la pintura barroca del siglo XVII y de la influencia del estilo italiano en el gran maestro flamenco.Muy recomendable para los amantes de la pintura.

LUIS AGIUS

URBAN, Milo

El látigo vivo

Ed. Palabra (Ciudadela). Madrid, 2019, 509 págs.

Traducción y prólogo de Alejandro Hermida

En una nota a pie de página de Grandes figuras de la literatura universal y otros ensayos, el profesor croata Luca Brajnovic, en el capítulo sobre escritores en lenguas minoritarias, afirma que El látigo vivo, del eslovaco Milo Urban (1904-1982), es una de las mejores novelas sobre la Gran Guerra. Buena noticia, por lo tanto, que se acabe de traducir al castellano.

El relato es estremecedor, muy duro. No cuenta acciones bélicas, sino «la intrahistoria de la Primera Guerra Mundial en una aldea eslovaca», como señala Alejandro Hermida en el prólogo. Con una prosa expresionista, llena de metáforas y comparaciones muy vivas, de diálogos y buenas descripciones del lugar –cerca de la frontera entre Eslovaquia y Polonia–, Urban, que se inspira en lo que vivió cuando era un niño,  levanta acta del sufrimiento de la gente corriente y de todos los males que la guerra desencadena, tanto físicos como morales, hasta desembocar en un final en el que el odio, el grito, la violencia parecen imparables.

Novela coral, pero con un grupo de personajes bien caracterizados, en los que se manifiesta la complejidad de las personas, con conductas capaces de lo mejor y de lo peor. Uno puede preguntarse: ¿no habrá cargado las tintas al describir tanta maldad, tanto abuso, tanto sufrimiento? Pero lo que Milos Urban nos ofrece es un lamento universal por la paz, por la justicia, por la educación y por la libertad de los hombres, y un testimonio de que las guerras desencadenan males irreversibles, son cascadas del horror. Bebe en Dostoievsky, en Tolstoi, en Andreiev, entre otros, y se nota, porque estamos ante una obra ya clásica de la literatura eslava, escrita en 1927.

Luis Ramoneda

«EL HOMBRE QUE CAMINA«

Autor: Franck Maubert

Editorial Acantilado, 142 pag

Franck Maubert, novelista y crítico de arte nos deleita con un sorprendente y maravilloso ensayo sobre una de las esculturas más célebres y celebradas de la historia , el fascinante «Hombre que camina» del escultor suizo Alberto Giacometti, (1901-1966)una dela grandes figuras del arte moderno, precursor de la vanguardia y artista que a su vez, recogió la gran  tradición escultórica de los maestros del Renacimiento y del gran Auguste Rodin. Inspirándose en estatuillas egipcias y etruscas, Giacometti logró plasmar escultóricamente en 1947 con su primer molde de «El hombre que camina» todos los ideales y preocupaciones filosófico- estéticas del existencialismo del Paris de la posguerra.¿Hacia dónde camina este ser humano, solitario y sufriente?

Esta escultura, como nos desvela Maubert, fue el fruto de numerosos años de observación y reflexión por parte de Giacometti, artista moderno , vanguardista pero no rompedor, sino profundamente original, a partir de la tradicion escultorica. Y esta famosa escultura, la más cotizada actualmente, es mucho más que una escultura , es un autentico tratado filosófico, un interrogante, o incluso un tratactus. Qué es el ser, de dónde viene, adónde va.

Este breve ensayo magníficamente escrito, resulta enormente ameno y divulgativo, al darnos un panóramica de la compleja personalidad, la vida y la obra de uno de los mayores artistas del siglo XX, Alberto Giacometti, con singular objetividad y grandes dosis de ternura, sin caer nunca en lo hagiográfico. Magnifica traducción de Nuria Pétit. Otra joya de Acantilado , muy recomendable en general y totalmente imprescindible para los amantes de eso bello y fascinante arte del volumen, la escultura.

LUIS AGIUS

Concurso organizado por el Parnaso de las Artes y patrocinado por Editorial Acantilado en el que los usuarios que accedan podrán votar de una lista de más de 80 novelas las 10 mejores que consideren.

El concurso durará hasta el 14 de abril y se comunicará el ganador el día 23 de abril.

El premio consiste en un lote de libros de Editorial Acantilado.

Para acceder al concurso haz clic aquí

 

«Solo»

Autor: August Strindberg

Editorial Marmara, 173 páginas (colección la balsa de piedra)

 

En pocas ocasiones un sentimiento , estado o experiencia vital encuentra en un texto un testimonio tan conmovedor y lleno de sabiduría y sensibilidad como en este breve libro-o ensayo breve- del gran dramaturgo y escritor sueco August Strindberg (1849-1912).

La soledad no deseada, sempiterna enemiga del ser humano, o bien la soledad conquistada, quizá un paraíso, en todo caso es, de un modo u otro, protagonista a lo largo de los tiempos de la experiencia del ser.En el caso de Strindberg, se trata de una soledad diríamos que tolerada y bienvenida: en algunos momentos, el escritor la desea, en otros es su amigo, en otros es su refugio, en otros es dolor y sufrimiento, propio o de los otros.Deambulamos con Strindberg por el Estocolmo de la belle epoque, atisbamos con su percepción de la vida cotidiana el interior de la viviendas, el exterior de calles y barriadas, leemos con él textos sagrados católicos y luteranos, asistimos a un encuentro un tanto desconcertante con un familiar lejano,  compartimos sus vivencias, sus sentimientos, y la pureza costumbrista y espiritual de su soledad.En definitiva, aprendemos y comprendemos. La enfermedad mental que acompañó al gran escritor no le privó sin embargo de magníficos momentos de lucidez, en los que nos dejó grandes (“Inferno”) y pequeñas obras maestras, que atesoran una atrayente clarividencia, como ésta, “Solo” cuyo conocimiento resulta absolutamente imprescindible. Recomendación total.

 

LUIS AGIUS

«El mendigo y otros cuentos

Compilación de cuentos filosóficos, fantásticos, filosóficos y fábulas

Autor: Fernando Pessoa

Edición Ana María Freitas

Traducción Roser Vilagrassa

Editorial Acantilado, nº  315, 109 páginas

 

Fernando Pessoa, poeta y ensayista portugués (1888-1935) es sin duda unos de los más relevantes escritores de la literatura universal. Dotado de una vasta cultura, que comprendía no solo la literatura y el arte, sino también la filosofía, la metafísica, la historia, la política, la antropología y el esoterismo, se adelantó como todos los genios a su tiempo en lo que respecta a poner de manifiesto a través de sus poemas y textos, la dificultad del ser humano de alcanzar su plenitud en la existencia terrena. Si bien su obra poética (a través de sus famosos heterónimos, Ricardo Reis Caeiro, etc) le ha aupado a la cima de la  literatura, sus formidables ensayos (Libro del desasosiego) sobre el tedio, el desasosiego y la existencia humana , constituyen un soberbio compendio de sabiduría, en el que el escritor portugués sintetiza  lo esencial del pensamiento occidental (y oriental). Educado bajo la influencia inglesa, agnóstico pero formado en el catolicismo de una nación como Portugal, donde la praxis religiosa sin embargo es muy escasa o débil en comparación con otros países católicos, filobritánico, Pessoa se dedicó a cultivar la poesía a lo largo de su madurez, pero en el final de su juventud, se dedicó a la narrativa, con la redacción de extraordinarios relatos filosóficos, metafísicos, donde reinan la paradoja y la reflexión profunda sobre temas como la existencia de Dios, la vida y la realidad humana, el más allá, lo místico y lo esotérico. Su prosa es concisa , precisa, fluida y muy depurada. Buena prueba de ello lo tenemos en este magnífico, delicioso volumen que nos trae Acantilado de una selección de cuentos donde Pessoa nos hace transitar por los caminos de los oculto, lo mistérico, lo sacro y lo numinoso que nos enriquecen y nos abren nuevas vías de conocimiento y reflexión. Magnífica edición de Acantilado, máxime si tenemos en cuenta la dificultad de editar con rigor y precisión los manuscritos de Pessoa, dispersos, fragmentarios, a veces escritos en portugués y otras en inglés y en ocasiones incompletos o inconclusos. Imprescindible.

LUIS AGIUS

Unos datos biográficos

Herman Melville nace el 1 de agosto de 1819 en Nueva York. Tras varios cambios de domicilio, la familia se instala en Albany. Es el tercero de ocho hijos y, a pesar del origen noble de sus padres, originarios de Boston, padecen las consecuencias de la crisis económica de 1826, que afecta a los negocios de importación de su progenitor. La situación se agrava al fallecer este, a causa de una neumonía, en 1832. El hermano mayor toma las riendas para sacar adelante la familia y Herman comienza a trabajar en el New York State Bank, pero ha de dejarlo dos años después, por problemas de salud, y se traslada por poco tiempo a Pittsfield, en Massachusetts, a la granja de un tío suyo. Regresa a Albany para prepararse para ser maestro, son, además, los años de inicio de su formación literaria. La familia se traslada a Lansinburgh, a orillas del Hudson, y allí da las primeras clases y escribe para un periódico local.

Con diecinueve años, se embarca en el mercante St. Lawrence hacia Liverpool. Después, hay nuevos intentos de dar clases y nuevos viajes y reveses económicos, hasta que, en 1841, se alista por cuatro años en el ballenero Acushnet, pero, a los dieciocho meses, desertará con otro marinero y vivirán con unas tribus indígenas durante varias semanas en las Islas Marquesas. Un mercante australiano lo rescata y lo lleva a Tahití, donde es apresado por participar en un motín, pero huye a Hawai y regresa a Boston en la fragata United States.

En Boston, se casa con Elizabeth Shaw en 1847. Tendrán cuatro hijos. Compran una granja en Pittsfield, hoy museo, que administra durante trece años. Allí conoce a Nathaniel Hawthorne, que influyó notablemente en sus ideas y lo orientó en su formación autodidacta. Lee mucho y escribe, pero el éxito de sus primeras obras, Typee (1846) y Omoo (1847), no lo acompaña en Mardi (1848), aunque la acogida mejore algo con Redburn (1949). En 1951, se publica Moby Dick, que tardará en ser reconocida como una de las grandes novelas del siglo XIX, y, en 1952, Pierre, que fue un fracaso. La crisis económica es cada vez más acuciante y sobreviven por los beneficios de la granja. Las siguientes obras son Israel Potter, magníficos relatos como Benito Cereno y Batleby, el escribiente y la novela El hombre de confianza (1857).

En 1863, se trasladan a Nueva York y Herman consigue un trabajo como inspector de aduanas, que ejercerá con gran honradez durante diecinueve años, en un ambiente bastante corrupto. Publica algunos poemarios, con poco éxito, entre otros Clarel, poema y peregrinación a Tierra Santa, sobre el viaje realizado en 1857. Se suceden las desgracias familiares: su hijo mayor muere, no se sabe si por un accidente o porque se suicidó, su madre fallece en el incendio de su vivienda y también otros hermanos; y su segundo hijo, en San Francisco (1886). Gracias a un legado de la familia de su mujer, las penurias económicas cesan en los últimos años, y escribe nuevos poemarios y la novela inacabada Billy Budd, que muchos críticos consideran su mejor obra y un compendio de su pensamiento y su actitud existencial. Melville muere en el olvido, en Nueva York, el 28 de septiembre de 1891.

La obra literaria

A partir de los años veinte del siglo pasado, su figura y su obra literaria serán rehabilitadas por Raymond Weaver, autor de la primera biografía de Melville y editor de varios textos inéditos. Desde entonces, los trabajos sobre sus textos no dejan de aumentar y también las interpretaciones sobre el simbolismo de sus escritos más importantes, acerca de la personalidad del autor (¿padecía un trastorno bipolar?) o sobre sus opiniones acerca de la creación literaria…

Las primeras obras de Melville son relatos de aventuras y de viajes que están al alcance de un público amplio y tuvieron bastante éxito. A partir de Moby Dick, sobre todo, su escritura se hace mucho más densa, simbólica, crítica, reflexiva, y se universaliza; y anuncia lo que caracterizará a parte de la literatura y de las crisis existenciales del siglo XX.

Moby Dick es su obra más conocida, que puede leerse como un libro de aventuras sobre la caza de la gran ballena blanca, por el capitán Ahab y la tripulación del Pequod, contada por Ismael, el único superviviente, aunque, de hecho, a partir de cierto momento el narrador casi desaparece y toma todo el protagonismo el capitán Ahab. Melville aporta su experiencia viajera y marinera, pero, además, parece bastante probable que se basara en dos sucesos reales: la epopeya de la tripulación del Essex, en 1820, en lucha contra una gran ballena y la del cachalote albino Moche Dick, que asoló la zona de la Isla de Mocha (Chile) en 1839.

Sin embargo, no cabe duda de que estamos ante una novela llena de símbolos y rodeada de intento de ambigüedad, lo que ha dado lugar a múltiples interpretaciones, algunas bastante inverosímiles, con el peligro de que se desvirtúe la obra literaria en ese mar de conjeturas o en el afán de rizar el rizo.

La tripulación del ballenero está formada por marineros de quince países distintos, por tanto, ese espacio tan limitado parece representar a nuestro planeta. El capitán Ahab toma nombre de un rey de Israel que cayó en la idolatría y fue castigado, y se ha sabido que, mientras escribía la novela, Melville estaba leyendo varias tragedias de Shakespeare (Macbeth, Otelo, El rey Lear), que hablan de venganza, del afán de poder, de la pasión obsesiva… Esto ha dado pie a hablar de Ahab como de un loco mefistofélico, casi satánico, y se han establecido paralelismos y diferencias con el profeta Jonás, que estuvo tres días en el vientre de un cetáceo. De hecho, muchos críticos consideran que hay un punto clave de la novela, en el capítulo 113, cuando el capitán transforma de forma casi blasfema las palabras del rito cristiano del bautismo, mientras sostiene un arpón forjado y templado no con agua sino con sangre, para cazar a Moby Dick: Ego non baptizo te in nomine Patris, sed in nomine diaboli! Más compleja es la interpretación simbólica de la ballena blanca: ¿es el monstruo, el leviatán, el mal, el ateísmo, el poder? ¿Es el dios terrible que castiga?

Se nota la influencia del calvinismo en la opinión que Melville tiene sobre el hombre y la lucha entre el bien y el mal, entre la culpa y la inocencia, el premio y el castigo, no se olvide que los fundadores de Estados Unidos eran en su mayoría puritanos. La suya es una visión bastante negativa, atormentada y determinista, aunque cabe pensar que influyeron también, y quizá no poco, además de otros motivos, las desgracias familiares, las dificultades económicas, la enfermedad y la falta de aprecio a su obra literaria por parte de sus coetáneos. Melville fue, en algunos aspectos, un adelantado a su tiempo, como otros grandes artistas.

Luis Ramoneda

GLAUSER, Friedrich

En la oscuridad

Mármara. Madrid (2016), 162 págs.

Traducción de Carlos Fortea

(t.o.: Im Dunkel)

 

La vida de Friedrich Glauser (Viena, 1896-Nervi, cerca de Génova, 1938) fue muy dura, de nacionalidad suiza, su madre murió cuando él tenía cuatro años, intentó suicidarse varias veces, estuvo internado en diversos psiquiátricos, padeció los efectos de la drogadicción, pasó hambre, estuvo en el paro y en la Legión Extranjera. Este texto, de 1936, es uno de los más biográficos de su producción literaria.

En la primera parte, titulada Marcel, el narrador cuenta los meses en que estuvo trabajando como lavaplatos del Hôtel Suisse de París. Marcel es un compañero de trabajo metido en la política obrera, que trata de atraerlo a su causa y le reprocha su pasividad y otros aspectos de su conducta. Otra figura interesante de esta parte es el viudo Andreas, anciano que vive del recuerdo de Nelly, su mujer, y de las tierras que tenían, y que los ayuda poco antes de morir.

La segunda parte se titula Otto. El escenario ha cambiado, el narrador es un peón recién contratado para trabajar de noche en unas minas de carbón de Charleroi (Bélgica). Vive con la familia Vandevelde y otros mineros, como Otto, cuya tragedia planea sobre todo el relato, pero no se desvela hasta el final. El ambiente es también muy agobiante, por la pobreza y la dureza del trabajo.

Sin embargo, en ambos relatos, hay muchos matices interesantes. Se perfilan bien los personajes, la ambientación está muy lograda, y aunque se trata de dos historias que invitan más bien al pesimismo, hay también lugar para la redención, el perdón y para la solidaridad, como ocurre con madame Vandevelde, una mujer de armas tomar. Prosa clara y buena traducción de Carlos Fortea, se agradece el cuidado de la edición.

Luis Ramoneda

Por Luis Agius

EL ENIGMA DE LEA: «EL EXITO DE UNA OPERA DE VANGUARDIA NO ES UNA POSIBILIDAD SINO UNA REALIDAD»

Rafael Argullol (1949) es ensayista, escritor, pensador, catedrático y autor del texto que sirve de base a la ópera “El Enigma de Lea”, a la que ha puesto música el compositor Benet Casablancas y que se ha estrenado en el Liceo de Barcelona con gran éxito de público y división de opiniones en la crítica.
Argullol, una de las grandes personalidades de la cultura de nuestro país, se acerca al PARNASO DE LAS ARTES y responde a las cuestiones que le planteamos sobre su experiencia operística y sobre su obra “El enigma de Lea” que ha publicado la prestigiosa editorial Acantilado.

PARNASO: Muchas gracias, Rafael por visitar el Parnaso de las Artes, es un gran honor para esta revista. ¿Qué lo motivó a escribir un texto para una ópera y por qué no le gusta llamarlo “libreto”?

R. A.: Sencillamente porque no lo es. En noviembre de 2011, Benet Casablancas me propuso hacer una ópera sobre un texto mío ya existente. Me quedé un tanto sorprendido y después pensé que era mejor escribir un texto nuevo y original. Desde el principio, Benet y yo mismo acordamos que debía tratarse de una ópera en la estela de Monteverdi, en la que la música y la poesía estuvieran en pie de igualdad. Si concebimos la ópera no como un mero soporte textual, el concepto de libreto es desafortunado y peyorativo. Con El Enigma de Lea, se trataba de recuperar el espíritu de la ópera, donde el texto no es un simple complemento. Por ello, mi escrito no se ajusta a la idea tradicional de “libreto”.

Parnaso: Si dijéramos que se trata de un texto no dramático, discursivo y filosófico, ¿estaría de acuerdo con estas afirmaciones?

R. A.: No. Se trata de un texto transversal, que establece una simbiosis continua de sensaciones e ideas. La filosofía para mí es narrativa. Cuando escribo un texto, lo hago pensando en su fusión con la música, en una trama, un argumento que tiene una estructura progresiva. Me parece absurdo una ópera sin ideas

Parnaso: Si nos refiriéramos a las óperas de Mozart-Da Ponte o de Schikaneder-Mozart , es decir , La flauta Mágica, ¿se sentiría identificado con esta forma de creación operística?

R. A.: No. El libreto de la Flauta es muy interesante, caótico, con elementos de iniciación masónicos muy atractivos, pero no me identifico respecto de mi labor en el texto de mi ópera. En el caso de Da Ponte, aun apreciándolo mucho como escritor y libretista, no tiene nada que ver con lo que he hecho junto a Benet Casablancas. De todas formas, tampoco me identifico con un cierto estilo actual de escribir textos para óperas contemporáneas, o “texto collage” a base de fragmentos dispersos o diferenciados, sin estructura. Puedo identificarme, es cierto, con Hugo von Hoffmansthal y con Stefan Zweig con sus textos o libretos para óperas de Richard Strauss, pero indudablemente mi opinión es que debe fusionarse texto y música y no me inspiré en ningún repertorio ni ópera o escritor en concreto.

PARNASO: Rafael, ¿considera usted que la ópera es un medio muy adecuado para la difusión de ideas? ¿Qué supone para un pensador involucrase en el mundo de la ópera, que tiene mucho de espectáculo, querámoslo o no? ¿Qué opina sobre los que critican la introducción de ideas o conceptos filosóficos en la ópera o el teatro, y acusan a los autores de estos textos o libretos de discursivos y anti-teatrales?

R. A.: A los que critican un teatro de ideas los invitaría a leer a los griegos y a Shakespeare. Es una cuestión de ignorancia. Por otro lado, la ópera del siglo XIX me parece un poco anacrónica. La ópera del siglo XXI, entendida como un espectáculo total, hay que acercarla a nuestra época: como no han de ser necesariamente cantables los textos o poesías que contiene, es adecuado que haya conceptos e ideas filosóficas

PARNASO: ¿Qué posibilidades tiene “El enigma de Lea” como ópera de vanguardia de llegar verdaderamente al gran público?

R. A.: No tiene posibilidades o mejor dicho ya es un éxito. El Liceo ha estado lleno a rebosar en todas las funciones y ya no debemos hablar de hipótesis sino de realidades. Una ópera contemporánea ha sido un éxito, que se ha producido, a través del boca-oreja. El resultado ha sido absolutamente satisfactorio. Podría y puede atraer perfectamente al gran público como toda ópera que se haga bien, basta con eso.Tengo esperanzas muy fundadas de que pueda verse en otros teatros.

PARNASO: Sin embargo, el panorama de la ópera, respecto de la ópera contemporánea, es complejo. Los programadores y directores artísticos tienen que contentar a todos los públicos y ofrecer tanto óperas del repertorio en montajes de “cartón piedra” como óperas de vanguardia que no son del gusto del público más conservador. Por otro lado, es obvio que estamos en un momento en el que prima la concepción de la cultura como espectáculo y, además, como espectáculo trivial. ¿Cómo ve Rafael Argullol el panorama cultural en España, en este aspecto y en general?

R. A.: Tanto el panorama cultural como el social lo veo dominado por la trivialidad y la ignorancia. Todo lo que va más allá del impacto parece muy arriesgado, pero, si no se arriesga, es lo mismo que en una clase o una conferencia, si bajamos el listón. Lo que hay que hacer es no ceder a una lectura de la existencia maniquea y trivial. Hay que transmitir la idea de que la Cultura es un instrumento esencial para vivir una existencia más placentera y dichosa. Lo que sucede en España en particular es que la Cultura se ve con menosprecio.Es algo que no he visto en ningún otro país de manera tan acusada. Se puede ser más o menos inculto, pero el nuevo “riquismo” y el simplismo que se traslada también a la política y a la educación es muy negativo. La respuesta está en contrarrestarlo.

PARNASO: Dado el éxito de esta aventura operística, ¿va a escribir Rafael Argullol otro texto para la ópera?

R. A.: Lo cierto es que no lo sé, me gustaría, pero es mucho trabajo y, además, me gusta ir renovándome. Es cierto que he tenido un par de ofertas y quizá es posible

PARNASO: Muchas gracias Rafael, enhorabuena y esperamos en todo caso cualquier otro texto o libro sobre temas filosóficos, estéticos, ensayos, etc. Libros como Viaje al fondo del mar, excepcionales, nos harán la espera más llevadera.