JOAN MATABOSCH DESMIENTE LOS RUMORES SOBRE SU MARCHA DEL TEATRO REAL: “Mi compromiso con el Real es absoluto”
El Parnaso de las Artes conversa con el director artístico del Teatro Real de Madrid
Joan Matabosch es actualmente Director Artístico del Teatro Real, cargo que ocupa desde hace varios años. Anteriormente lo fue, con gran éxito, del Liceo de Barcelona. Matabosch, una de las grandes personalidades de la música y la ópera de nuestro país se acerca al PARNASO DE LAS ARTES y responde a las diversas cuestiones que le planteamos sobre su experiencia operística, la temporada del TEATRO REAL y el panorama operístico internacional.
PARNASO.-Muchas gracias, Joan por visitar el Parnaso de las Artes es un gran honor para esta revista ¿Cómo valora el desarrollo de la actual temporada del Real? ¿Está satisfecho? ¿Cómo está valorando la respuesta del público, en particular respecto a los montajes de Fausto, Turandot, El Oro del Rhin e Idomeneo?
JOAN MATABOSCH.- La respuesta del público es extraordinaria. Las ocupaciones de las diversas óperas de la temporada superan el 93%. Pero la valoración artística de la temporada no creo que me corresponda a mí hacerla. Desde luego, estoy muy contento con el hecho de que en los últimos meses hayamos acogido y creado puestas en escena de directores tan relevantes como Robert Wilson, Peter Sellars, Robert Carsen y La Fura dels Baus; y con directores de orquesta como Ivor Bolton, Pablo Heras-Casado y Nicola Luisotti. Además, me produce una gran satisfacción el estreno absoluto de “Je suis narcissiste” de Raquel García-Tomàs, con libreto de Helena Tornero y puesta en escena de Marta Pazos, en colaboración con el Teatro Español y el Teatre Lliure.
PARNASO.– A lo largo de los años que lleva ya en Madrid, ¿qué elemento destacaría del Teatro Real que es radicalmente distinto al Liceo de Barcelona?
JM.- Es muy diferente el funcionamiento del coro y la orquesta porque en el Liceu forman parte de la plantilla del teatro mientras que en el Teatro Real la orquesta funciona a través de un régimen de cooperativa (la Orquesta Sinfónica de Madrid) con un acuerdo estable con el teatro; y el coro también es un colectivo externalizado. Esto tiene consecuencias organizativas importantes en la confección del planning. Por lo demás las diferencias entre el Liceu y el Real son enormes porque sus historias artísticas e institucionales son muy diversas.
PARNASO.- Joan, en relación al público madrileño, ¿considera que se trata de un público que se adapta bien a las óperas y los montajes de vanguardia o se trata de un público conservador?
JM.-En todas partes, una gran parte del público suele apreciar más lo que ya conoce, pero a medida que el teatro cumple con su responsabilidad de dar a conocer nuevas estéticas musicales y dramatúrgicas, el público las incorpora dentro de su horizonte de expectativas y eso que considerábamos “lo que ya conoce” de repente incluye un abanico mucho más amplio, rico e interesante de propuestas. Una de las responsabilidades de un teatro es contribuir a la evolución del gusto del público. Y eso es lo que pretenden las temporadas del Teatro Real.
PARNASO.– ¿Con qué teatro ópera a escala mundial es comparable el Real o a cuál le gustaría que se pareciera por idoneidad y calidad de la programación?
JM.-El Teatro Real tiene que ser él mismo. No hay modelos automáticamente aplicables a la coyuntura de Madrid. No siempre coinciden los teatros que cuentan con los mejores cantantes del circuito internacional; tienen un gran nivel musical por la calidad de su orquesta y coro; y al mismo tiempo son un ejemplo de creatividad, innovación y renovación. Y el Teatro Real quiere ser todo eso a la vez.
PARNASO.– Dadas las magníficas condiciones del Teatro Real en su aspecto escénico y a su extraordinaria acústica, por él han pasado un gran número de formidables directores de escena y grandes cantantes, si bien menos batutas de renombre, a tenor de las quejas de algunos críticos y melómanos ¿A qué cree que ha sido debido esto?
JM.-Me puedo imaginar muy pocas batutas con más renombre que las de Ivor Bolton, Nicola Luisotti, Pablo Heras-Casado, Daniel Oren, Semyon Bychkov o James Conlon, todas ellas presentes en las últimas temporadas en períodos generosos de trabajo intenso con la orquesta y el coro. Si se refiere al provinciano desfile de divos que pasan ocasionalmente por el podio de algunos teatros, me puedo imaginar pocas cosas que me interesen menos. Eso no tiene el más mínimo interés para el teatro ni contribuye en nada a mejorar el nivel artístico. Es pura mitomanía para públicos y críticos aquejados de complejo de inferioridad.
PARNASO.- A lo largo de la Historia de la Opera, se han sucedido diversos “liderazgos” o preponderancias: en el siglo XVIII y parte del XIX los cantantes, posteriormente , hasta finales del XIX ( hasta la muerte de Verdi en 1901)los compositores , en el siglo XX los directores musicales, especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, (por ejemplo Herbert von Karajan) en los años 70-80 vuelta a los cantantes divos , mientras que en el siglo XXI parece que imperan los criterios de los directores de escena ¿Cómo valora esta sucesión de “liderazgos”, cuando la Opera es un trabajo en equipo?
JM.-Discrepo de esta disección de la historia de la ópera planteada como una sucesión de “liderazgos” de los cantantes, los directores de orquesta y los directores de escena. Supongo que estas simplificaciones pueden ser atractivas para algunos, pero no se corresponden a la realidad. Una buena representación de ópera es siempre un trabajo en equipo al que tienen que contribuir no solo los directores de escena, los directores musicales y los cantantes, sino también los numerosos oficios técnicos que cohabitan en un teatro y que son determinantes para la excelencia del resultado final. Otra cosa es que determinados públicos se interesen más por alguno de los aspectos integrantes del espectáculo. Hay quien reduce la ópera a la excelencia de los cantantes. Tienen todo el derecho a disfrutar exclusivamente de la voz humana, desde luego. Pero no deja de ser una enorme limitación comparada con la complejidad de la experiencia artística que puede suministrar una buena representación de ópera. Lo mismo se puede decir de lo escénico. Hay quien reduce la ópera a la creatividad estrictamente visual y que incluso prefiere que una propuesta sea nueva a que sea pertinente para expresar el sentido de una obra. Desde luego que la novedad es una condición para el arte, pero las cosas no son mejores ni peores por el hecho de ser diferentes a como siempre se han hecho. El punto de partida de la excelencia es un trabajo en equipo liderado conjuntamente por los responsables musical y escénico, con un equipo de cantantes bien seleccionado y cohesionado para defender la propuesta.
PARNASO.– Si tuviera que hacer un ejercicio de autocrítica, ¿qué mejoraría Joan Matabosch de los aspectos artísticos del Teatro Real?¿cree que sería deseable mejorar el nivel de la orquesta o el coro titulares del teatro?¿trabajar con más directores musicales? ¿buscar nuevos títulos más accesibles al gran público o por el contrario más inhabituales?
JM.-Siempre hay que mejorar. Por mucho que se haya llegado a una excelencia incontestable y reconocida internacionalmente, hay que mejorar. Siempre hay margen para una mejora. Otra cosa es que éste sea un país con sorprendentes dificultades para valorar, respetar y enorgullecerse de lo que tiene. En cuanto a los títulos inhabituales que menciona, desde luego que hay que insistir en la ampliación del repertorio del teatro. Es un objetivo irrenunciable de la programación.
PARNASO.– Los programadores y directores artísticos tienen que contentar a todos los públicos y ofrecer tanto óperas del repertorio como óperas de vanguardia que no son del gusto del público más conservador. Por otro lado, es obvio que estamos en un momento en el que prima la concepción de la cultura como espectáculo y además como espectáculo trivial¿Cómo ve Joan Matabosch el panorama cultural en España en este aspecto y en general?
JM.-Vivimos épocas en las que ciertamente hay que tener muy claros los objetivos para orientar artísticamente un teatro. El Teatro Real no va a caer en la trampa de confundir el “arte” con el “espectáculo”. Un producto artístico tiene algo de “espectáculo” pero no es solo ni substancialmente un espectáculo. Para entendernos, las farolas del mobiliario urbano pueden ser estupendas por su diseño espectacular pero nadie las considerará aceptables si no cumplen su función primordial de iluminar. Un teatro, tampoco.
PARNASO.- Joan, ¿Qué ópera u óperas le gustaría programar que no haya hecho hasta el momento y por qué?
JM.-Hay un largo listado de óperas pendientes de ser programadas en el Teatro Real. La historia accidentada de la institución, con largos períodos en los que el teatro ha permanecido cerrado, ha favorecido que haya muchas asignaturas pendientes. Estamos en ello.
PARNASO.- Cuando diseña una programación, al escoger los títulos, ¿“prima la música o poi le parole” o viceversa?
JM.- Las decisiones artísticas no se pueden tomar independientemente las unas de las otras. Cuando se confecciona un producto, las decisiones deben ser coherentes y pensadas para sirvan al objetivo que se pretende. Al escoger los títulos es además imprescindible que haya en la temporada un sentido del equilibrio: novedades y obras exigentes, y también un espacio para el repertorio.
PARNASO.– ¿Cuándo veremos a Anna Netrebko , Jonas Kauffman o Elina Garanca en una función de ópera en el Real y no solo en recitales? ¿es solo un problema económico?
JM.-Esta temporada vamos a ver a Piotr Beczala, Jaroussky, Ludovic Tezier y otros muchos cantantes de primera fila. En otras temporadas tendremos otros grandes cantantes. Siempre habrá algunos grandes cantantes presentes en la temporada, y otros que no estén. La mitomanía no es algo que me interese especialmente como responsable de la gestión de una institución. Como público, me parece estupendo que haya quien pierda la cabeza por algún gran artista o incluso por algún producto de marketing de los que tristemente tanto abundan en el panorama operístico del momento. Todo es muy respetable, pero no me pida que me lo crea, que ya llevo en este negocio demasiados años como para no saber discernir entre una cosa y la otra.
PARNASO.- Se rumorea que puede usted cambiar de aires en los próximos tiempos ¿se siente a gusto en Madrid? ¿En qué otro teatro de ópera le gustaría desarrollar su labor?
JM.-No tengo la más mínima intención de cambiar. Ignoro si hay rumores al respecto pero le aseguro que no tienen ninguna base. El Teatro Real es una institución extraordinaria y mi compromiso es absoluto. Es inevitable que el éxito del Teatro Real provoque un gran respeto por su equipo en otras instituciones internacionales hasta el punto de ambicionar incluir ciertos nombres entre las alternativas para dirigirlas. Esto no son más que buenas noticias para el Teatro Real. Tener cotización, y que se sepa que la cotización es alta, no hace ningún daño. Ni es incompatible con tener claro que las energías están puestas en el Teatro Real.
PARNASO.- Si pudiera contar con un gran cantante del pasado para un montaje en el Teatro Real, ¿ a qué cantante le ofrecería un papel sin pensarlo ni un instante?
JM.-Le ofrecería un papel a muchos cantantes del pasado, desde Maria Callas a Montserrat Caballé o Teresa Berganza, por centrarnos en voces femeninas, siempre que el proyecto se ajustara a sus características y su presencia pudiera contribuir a reforzar el sentido artístico de la propuesta. En los casos de estas grandes artistas, sin duda valdría la pena construir un proyecto alrededor de ellas, lo que, por cierto, no puede decirse de casi ningún cantante de las generaciones siguientes.
PARNASO.– Muchas gracias Joan, le deseamos todo el éxito en su apasionante labor en el Teatro Real.
LUIS AGIUS, director de El Parnaso de las Artes.