“El camino de la vida

Autor: León Tolstói

Edición y traducción: Selma Ancira

Editorial Acantilado,  nº 395, 603 págs

Acantilado presenta la primera edición en español del último libro del gran escritor ruso León (Lev Nikoláievich) Tolstói (1828-1910) titulado “El camino de la vida”, un extenso conjunto de aforismos sobre diversos aspectos de la existencia humana y que se erige como un auténtico código de normas morales y de conducta, en el que Tolstoi expone su pensamiento, larvado durante gran parte de su vida y que puso por escrito durante muchos años en sus diarios, también publicados hace tiempo por esta  misma editorial. En efecto, Tolstói, en busca de su propia redención existencial y moral, además de escribir sus monumentales novelas ”Guerra y Paz, y “Ana Karenina”, obras inmortales que retratan lo mejor y lo peor de la condición humana, reflejó su preocupación moral y su angustia existencial – y sus problemas vitales, como su conflictivo matrimonio, su difícil relación con la Iglesia Ortodoxa, etc- en otras como “La sonata Kretuzer” o “Resurrección”, finalmente se decidió a recopilar tanto una serie de citas o aforismos de notables pensadores o escritores, tanto de la antigüedad clásica (Marco Aurelio, Séneca, Epicteto,Platón, Catón) como de la época moderna (Pascal, Kant, etc) como estrictamente contemporáneos (Ruskin, Emerson, Thoreau, etc) textos filosóficos orientales (Lao-Tsé, Confucio, etc) así como pequeños textos o sentencias propias y por supuesto, citas literales de los Evangelios,que conforman este libro-mosaico. Los capítulos o temas son variadisimos y van desde la metafísica, la religión, la Iglesia, la moral, las buenas costumbres, los valores, la política, el Estado, la palabra, el silencio, el pensamiento, la abnegación, la muerte, el más allá, etc. Con este libro Tolstoi buscaba divulgar su propia experiencia, su particular y heterodoxa vivencia de la religión, su personal comprensión del cristianismo rechazando los dogmas de la Iglesia y denunciando su corrupción-así como la del Estado zarista y sus dirigentes-, su renuncia a todo lo mundano y su empatía con el prójimo. La lectura de este libro nos hace comprender el proceso de “ascesis” o intento de Tolstoi de convertirse no en un “santón” al estilo típicamente ruso, sino en un hombre que renuncia al mundo, sus placeres, sus caprichos, sus demandas, sus obligaciones materiales y que busca ofrecer su amor al prójimo y alcanzar la vivencia de una vida espiritual plena. Se trata de un arduo proceso de renuncia en el que el eximio autor ruso busca su propia redención como hombre. No olvidemos que Tolstoi, además de uno de los más grandes escritores de la historia, fue un aristócrata, militar en su juventud, rico terrateniente en su madurez y que poco a poco fue poniendo en tela de juicio los principios y cimientos de la sociedad rusa del siglo XIX, su flagrante injusticia social, sus arbitrariedades, su frivolidad, lo cual le convirtió en una personalidad muy controvertida e incómoda tanto para el gobierno zarista, la Iglesia ortodoxa, la aristocracia y burguesía de Moscú y San Petersburgo, como para los anarquistas, los marxistas y los bolcheviques ya que ni unos ni otros comprendían ni compartían su visión humanista del individuo y su espiritualidad. Todo este proceso tuvo su eclosión final en su fuga, ya anciano, para morir en completa y querida soledad en la estación de ferrocarril de Astapovo, tal y como nos relata magníficamente Stefan Zweig en uno de los relatos que conforman su formidable libro ”Momentos estelares de la humanidad”. A Tolstói, ya se le hacía insoportable la existencia y buscaba su particular e intransferible redención. Quede aquí su conmovedor testimonio, para meditación del lector. Excelente trabajo de edición y traducción de Selma Ancira. Muy interesante libro, si bien la lectura ha de hacerse con sosiego y espaciadamente, dado lo extenso del texto y la carga moral que implica su lectura, con aforismos o citas un tanto reiterativos, pese a que el propio escritor lo dividió en 31 capítulos, uno para ser leído cada día del mes.

LUIS AGIUS