F.J.Haydn: Sinfonía nº 104  en re mayor “Londres” Hob I:104

Dmitri Shostakovich: Sinfonía nº 5 en re menor op 47

Orquesta Nacional de España

Christoph Eschenbach, dir

Auditorio Nacional, Madrid, 22 de Noviembre de 2019-11-23

La ONE ofreció dentro de su programación regular un excelente concierto dedicado al sinfonismo, con el primer y el último de los grandes sinfonistas de la Historia de la Música: Haydn, el padre de la sinfonía (con 104 maravillosas páginas) y Shostakovich, el último gran maestro en el dominio de este género en su forma tradicional, con 15 soberbias sinfonías como legado. En el programa, dos obras señeras, extraordinarias, majestuosas, cada una a su estilo, la última sinfonía de Haydn, la nº 104 “Londres” y la justamente célebre obra maestra inmortal, la Quinta Sinfonía de Shostakovich, obra con la que el gran compositor ruso no solo se reivindicó como artista, sino que salvó su carrera y su propia vida (acusado de “formalista”, estaba en el punto de mira de Stalin, como lo estuvieron triste y terriblemente otros grandes artistas e intelectuales rusos).

El maestro Eschenbach dirigió con proverbial autoridad, sabiduría y detallismo todo el concierto. Planificó magníficamente la sinfonía de Haydn, cuyo primer movimiento fue ejecutado con relativa transparencia-la orquesta tenía una plantilla similar a las primeras sinfonías de Beethoven- y cierta asepsia.Mejoró sobremanera el  Andante excelentemente fraseado y con un tempo “giusto”. El menuetto fue algo “pesante” con un tempo algo  lento, muy bien matizado, pero lejos de la fresca y ligera visión de directores como  Rattle o Harnoncourt , magníficos intérpretes de Haydn. El finale fue magnífico, tocado a tempo, con brillantez, elegancia y humor, rasgo éste esencial en la música del compositor austriaco

En cuanto a la Quinta Sinfonía de Shostakovich la versión fue impecable, con momentos de gran altura en el Moderato inicial, soberbiamente expuesto y delineado. El Scherzo fue excelente, irónico, amargo, muy bien acentuado, con excelentes cuerda grave, maderas y percusiones (lástima el concertino que no tuvo su tarde en su famosa frase de este inmortal movimiento). El Largo fue elegíaco e introspectivo, extraordinario, con una sabia dirección de Eschenbach y el Finale fue imponente, de gran carácter, trágico y de un innegable virtuosismo orquestal, con magnífica actuación de los metales y una sensacional dirección de Eschenbach, que obtuvo, aquí sí, una respuesta orquestal de alta temperatura emocional.

LUIS AGIUS