LA VALQUIRIA” de Richard Wagner, Primera Jornada de la Tetralogía

“El Anillo del Nibelungo

Función del 25 de Febrero de 2020,

Teatro Real de Madrid

Producción de la Opera de Colonia

Dirección de escena:Robert Carsen

Escenógrafo Patrick Kinmoth

Elenco

  • Wotan       Tomaz  Konieczny
  • Brünhilde    Ricarda Merbeth
  • Siegmund    Stuart  Skelton
  • Sieglinde    Adrianne Pieczonka
  • Hunding    René Pape
  • Fricka      Daniela Sindram
  • Valquirias  Davies, Crawford, Ferrández, Fodor, Kholer, Grotzinger, Nogales,Aldridge

Coro y Orquesta del Teatro Real

Pablo Heras-Casado, director musical

IRIS MURDOCH: “UNA GRAN TRAGEDIA NOS DEJA CON UNA DUDA ETERNA

Los melómanos madrileños están de enhorabuena porque hemos asistido a la mejor representación, en lo musical, de un título de Richard Wagner, en esta ocasión, la monumental Opera “La Valquiria”( primera jornada de la Tetralogía “El Anillo del Nibelungo”) programada  en el Teatro Real de Madrid desde hace largo tiempo.

Tras un correcto , pero gélido “Oro del Rhin” que vimos en el coliseo madrileño la pasada temporada, este año  “La Valquiria” ha resultado un notable éxito, gracias al excelente elenco de cantantes, que tuvo una  actuación sobresaliente, como luego comentaremos, y a la batuta de Pablo Heras -Casado  que  mejoró muy apreciablemente su dirección musical respecto al “Oro del Rhin” (donde su batuta nos ofreció una correcta , aséptica y solo a ratos emotiva interpretación) mostrándose  en La Valquiria muy dramático  e implicado en el “motto” interior de la gigantesca partitura, sólido, épico, intenso y  propiciando la mejor actuación de la orquesta del Teatro Real (con una amplísima  plantilla orquestal,con seis arpas al final como manda el canon wagneriano) en una ópera de esta envergadura,  y que en Wagner había mostrado  un nivel más bajo que en otros repertorios.

La puesta en escena del prestigioso director canadiense Robert Carsen, como apuntábamos respecto al “Oro del Rhin” se quedó a medio camino entre lo transgresor  y lo tradicional, un navegar entre dos aguas que  también potenció la desangelada y oscura escenografía de Kinmoth en el Primer Acto, en  el que la cabaña de Hunding se vio sustituida por un simple almacén o depósito militar.Es evidente que el público madrileño no desea para Wagner  una escenografía de cartón-piedra , pero hay soluciones más convincentes escenográficamente.En todo caso, en el Segundo y Tercer Actos la escenografía y la iluminación resultaron más acertadas y tuvieron un notable efecto.  Carsen, sin convencer totalmente, tuvo aciertos parciales en la puesta en escena, resolviendo muy bien el Tercer Acto (el paso de los dos escenarios diferentes en el Segundo Acto fue correcto pero algo prosaico) y el movimiento  escénico de los cantantes (aunque con algunos errores de bulto, como algunas “espaldas al espectador” de los cantantes, en momentos puntuales)En todo caso no se trata de la mejor propuesta para el Anillo (por ejemplo, quizá sean preferibles, por aunar tradición y modernidad la de Robert Lepage que pudo verse en el Metropolitan de Nueva York hace unos años o la histórica del gran Patrice Chéreau).En todo caso, la visión de Carsen es plausible y coherente, pero no refleja por completo  la atmósfera wagneriana, en la que se entremezcla la grandiosidad del mito, la utopía, la redención por el arte superando la religión (frente a unos caprichosos dioses),la fragilidad humana que debe encontrar su último refugio en el amor, y la inconsistencia en definitiva, de unos dioses wagnerianos-en particular el dios supremo Wotan- demasiado humanos, atados por sus pactos y por sus pasiones.En cuanto a los cantantes , sobresaliente el Siegmund de Stuart  Skelton (timbre metálico en los fortissimo) pero de gran lirismo, variedad de registros, vis dramática e impresionante potencia vocal, cantando siempre con entrega y convicción.Excelente  Adrianne Pieczoncka como, Sieglinde, de noble fraseo, voz con cuerpo ,  plena de armónicos y extraordinaria actuación dramática.

Magnífico el Hunding del veterano y formidable barítono René  Pape, con mucho oficio, y todavía una intachable calidad vocal y presencia escénica.

Extraordinario el Wotan  del  bajo-barítono polaco Tomaz  Konieczny, de gran presencia escénica, muy buen actor, extraordinario en  el pasaje llamado de la “Confesión” del Segundo Acto, y que evidenció un absoluto dominio del papel, una gran potencia vocal y una solidez sin mácula.Su dicción fue más suave, menos idiomática que la de otros cantantes alemanes ( o que la de otros grandes cantantes norteamericanos que han encarnado este complejísimo rol, por ejemplo, Morris) pero esto no empañó su excelente actuación que le acreditó como el triunfador de la velada.Magnífica también Daniela Sindram como  Fricka , voz de amplios armónicos y soberbia actuación dramática y dominio del papel, con un extraordinario fraseo.Muy notable la protagonista Ricarda Merberth como Brünhilde, de gran potencia vocal (aunque un tanto estridente en el registro más agudo), fraseo ajustado, muy apreciable en los momentos líricos, pero mejor en los dramáticos y muy buena presencia escénica, aunque irregular)Respecto de las ocho valquirias, su aportación fue magnífica en la famosísima “Cabalgata”  (tocada y cantada muy bien,  con gran empaque, pero sin ampulosidad, y a la que solo le faltó un punto de brillantez épica)y en  todo el comienzo del Tercer Acto, destacando dos de ellas por su poderío vocal y su excelente fraseo y actuación, Bernardette Fodor y Sandra Ferrández.En definitiva, una excelente función, en la que pudimos contemplar el fuego y la pasión wagnerianos.

LUIS AGIUS

Fotógrafo: ©Javier del Real | Teatro Real