Martha Argerich, piano
Mate Bekavac, clarinete
Kremerata Báltica
Ciclo grandes intérpretes Scherzo
Auditorio Nacional, Madrid, 26 de Noviembre.
Martha Argerich es una leyenda viva del piano.Pertenece a la “cosecha del 42”, de la que disfrutamos de otros pianistas tan formidables como ella, que también han alcanzado el “Olimpo de la Música”, Maurizio Pollini y Daniel Barenboim.El virtuosismo, la técnica portentosa, la “bravura”, el fuego y el apasionamiento de sus interpretaciones, unido a una gran elegancia, una sutil sensibilidad y un bellísimo sonido, quedaron patentes en el interesante y peculiar concierto del Ciclo de Grandes Intérpretes de Scherzo, pues Argerich, actuó únicamente en la segunda parte del mismo. En la primera parte, la orquesta de cuerdas “Kremerata Báltica” – fundada por el famoso violinista, también de larga carrera Gidon Kreme-interpretó un arreglo del propio Kremer de la Cachona de la partita nº 2 de Bach, muy respetuoso con el original – y que partía de la transcripción para piano de Busoni y una magnífica Sinfonía de cámara nº 4 op 153 del gran compositor ruso (de origen judío-polaco) Mieczyslaw Weinberg, para cuerdas y clarinete”obligatto” con una notable actuación del clarinetista esloveno Mate Bekavac, de sonido redondo, penetrante y gran virtuosismo. Sin embargo, fue la aparición de Argerich en la segunda parte lo que nos transportó de un buen concierto, al parnaso de la música. Argerich tocó primorosamente la Partita nº 2 de Bach (que ya le habíamos escuchado hace unos años en Madrid), un privilegio, pues de todos los melómanos es sabido que la gran Martha desde hace mucho tiempo no ofrece recitales de piano en solitario, sino conciertos con orquesta o recitales de cámara. Doppo Bach, vino Liszt, en una admirable arreglo para cuerdas (y triángulo) de Gilles Coillard del exigente y bello Concierto para piano nº 1 de Liszt, del que Argerich ha sido intérprete consumada a lo largo de toda su carrera. Su versión fue fogosa, y a la par delicada, modélica, puro Liszt con lucimiento técnico volcado en la sensible expresión romántica. Los bises, en la apoteosis que siguió de ovaciones continuadas, fueron de ensueño: una extraordinaria Gavotta de la Suite Inglesa nº3 de Bach y una formidable, vertiginosa y exquisita Sonata K 141 en re menor, “Toccata” de Domenico Scarlatti. Escuchar para creer, ver para disfrutar de esta leyenda viva del teclado. Esperamos con ansiedad de nuevo su retorno.
LUIS AGIUS