von schirach terror

Ed. Salamandra. Barcelona (2019), 159 págs.

Traducción del alemán de Susana Andrés

(t. o.: Terror)

(ISBN: 978-84-9838-905-0)

La primera incursión de Von Schirach (Munich, 1964) en el teatro ha sido un éxito mundial, puesto que, desde la publicación de la obra en 2015, se ha representado en más de cien escenarios de veinte países. Se nota la experiencia del escritor, que trabaja también como abogado criminalista, porque Terror es un juicio, en el que los espectadores son el jurado.

Un terrorista secuestró el avión de un vuelo entre Berlín y Munich, con el objetivo de que se estrellara en el estadio muniqués, ocupado por unos sesenta mil espectadores, para presenciar un partido de fútbol entre Alemania e Inglaterra. Se juzga al comandante Lars Koch de la Fuerza Aérea de Alemania, piloto del avión que trataba de disuadir al terrorista, por la decisión que tomó de derribarlo, a pesar de no contar con el permiso de las autoridades políticas y militares, pues pensó que era preferible que murieran ciento y pico pasajeros a que las víctimas fueran varios miles.

El juicio está muy bien desarrollado, con las intervenciones del juez, del fiscal, del abogado defensor, de los testigos, de parientes de las víctimas que acuden como acusación particular y del propio encausado. El papel de jurado corresponde al público asistente a la representación teatral (o al lector del texto), por lo que será quien tendrá que decidir si condena o absuelve a Koch, y, por este motivo, Von Schirach ofrece dos finales –en función del veredicto que resulte–, en los que el juez resume la causa y explica la decisión tomada desde el punto de vista jurídico. Una situación límite que da pie a interesantes cuestiones éticas nada fáciles de resolver: sobre el papel de la conciencia frente a la ley, sobre el deber de obedecer las órdenes de las autoridades, sobre el mal menor y sus límites, sobre el valor, la libertad, etc. Un texto que impacta, que se lee de un tirón, y que plantea unos temas que no nos son nada ajenos, y en el que el lector o el espectador son también protagonistas.

Luis Ramoneda