Fragmento

La multiplicación de una forma incomprensible es un asunto relevante en esta historia, pues de hecho nadie, salvo quizá Dios, sabía cómo ni de quién Kanyshat se había quedado embarazada de Yerzhán. Repudiada desde ese momento por su padre, no pronunciaba ni una palabra sobre el tema delante de su hijo «concebido inmaculadamente ». Y todo lo que Yerzhán sabía era lo que le había contado su abuelita Ulbarsyn. A los dieciséis años, Kanyshat corrió hacia la estepa en pos de su pañuelo de seda arrastrado por el viento, y el viento de la estepa, como si se burlara, la llevó más y más lejos, hacia el interior, hacia donde se ponía el sol.

Luego ocurrió algo fantástico, que Yerzhán no conseguía entender: de pronto el sol, que estaba a punto de ponerse, volvió a ascender al cielo y a brillar, un temblor que venía del horizonte recorrió la tierra, el viento que silbaba se interrumpió en seco y luego se reanudó con una gran fuerza e hizo que el polvo de la estepa ascendiera en forma de remolino negro hasta el cielo; y cuando Kanyshat, más muerta que viva, se encontró en el fondo de un barranco, sobre su cuerpo arañado y ensangrentado había un ser que parecía de otro mundo y llevaba traje de astronauta.

Tres meses después, cuando el embarazo se hizo evidente, Daulet se enfureció, la golpeó con crueldad y la maldijo. Si no hubiera sido por Kepek y Shakén, que apartaron al anciano encolerizado de la hija medio muerta y la llevaron a casa de la anciana Sholpán, ni Kanyshat ni su hijo Yerzhán seguirían en este mundo.

Un hombre atraviesa en ferrocarril la infinita estepa de Kazajistán. En una de las paradas que hace el tren en un remoto apeadero sube abordo un niño de unos doce años interpretando magistralmente al violín una de las Danzas húngaras de Brahms. Al instante, los pasajeros despiertan de su sopor. Sin embargo, muy pronto el viajero descubre que el pueril violinista es en realidad todo un hombre de veintisiete años. Así comienza el relato de la fabulosa historia de Yerzhán, una evocadora parábola sobre las secuelas de la Guerra Fría en las remotas regiones de la antigua Unión Soviética, pero también un canto a todas las cosas que ni siquiera los actos más devastadores e insensatos de la humanidad lograron destruir.

HAMID ISMAILOV (Tokmak, Kirguistán, 1954) es escritor y periodista. Creció en Uzbekistán, pero se vio obligado a exiliarse debido a sus «inaceptables tendencias democráticas». Vivió en Rusia, Francia y Alemania antes de establecerse en el Reino Unido, donde dirige el servicio de Asia Central de la BBC. Ha publicado libros de poesía y varias novelas, todas ellas prohibidas en Uzbekistán, entre las que destacan La vía del tren (2006) y Un poeta y Bin Laden (2012).

«La capacidad de Ismailov para mostrar cómo vidas aparentemente en la periferia están en el corazón de la experiencia humana, y para dejarnos enfurecidos y hechizados, lo confirma como un escritor de inmenso poder poético».
The Guardian

Colección: Narrativa del Acantilado, 308
ISBN: 978-84-17346-30-0
Encuadernación: rústica cosida
Páginas: 128
Dimensiones: 13 x 21 cm
PVP: 14€ (sin IVA: 13,46€)
Traducción de Maria García Barris.
EN LIBRERÍAS EL 10 DE OCTUBRE