el final del affaire graham greene

EL FINAL DEL AFFAIRE

Autor: Graham Greene

Editorial Libros del Asteroide, Narrativa, nº 221, 311 pags.

Realmente con esta soberbia  novela, “El fin del affaire” que reedita la editorial Libros del Asteroide, escrita por Graham Greene en 1951, nos encontramos ante una de las historias de amor, odio y dolor, cuyo argumento y desarrollo destaca más poderosamente en el panorama de la narrativa de la posguerra del siglo XX, donde la influencia del existencialismo se hizo más patente, después del tremendo conflicto bélico y de la profunda crisis de valores que provocó en la sociedad  occidental. Sin embargo, no nos enfrentamos únicamente ante una novela que trata del eterno tema amor-odio, sino que nos enfrentamos a un texto literario que plantea una cuestión fundamental como es la existencia o no de un ser superior que domina “a capricho”- o a su voluntad- la vida de los seres humanos, como si se tratara de un “empresario”, productor y director de un teatro o guiñol, en el que transitan, pululan, se desgañitan, se quejan o viven plácidamente aburridos esos personajes, seres humanos de carne y hueso, pero dotados de un “animus” o espíritu anhelante, que sienten nostalgia de su Creador, que quieren sentirlo a su lado, amarlo, o why not?, sencillamente odiarlo o rechazarlo.

Graham Green, un formidable novelista que – como nos dice Vargas Llosa en su lúcido y certero “Epilogo” insertado como un análisis final de la edición del libro por la editorial -nunca llegó a escribir su obra maestra, atesorando sin embargo todas las aptitudes para haberla logrado, al nivel de un Faulkner, un Foster, un Lawrence, etc,nos plantea en “El final del affaire”un dilema existencial insoportable –“creer o no creer”, “amar o no amar”, “odiar o no odiar”-  y consigue introducirnos en una historia aparentemente convencional pero que se va tornando fascinante y abrumadora y realiza un sensacional retrato del trío protagonista: mujer infiel enamorada, Sarah Bertram, de casada Miles, un marido aburrido y condescendiente, Henry Miles y un amante apasionado, celoso, inseguro y  exigente, Maurice Bendrix. Semejante cóctel explosivo de protagonistas se complementa con toda una galería de extravagantes personajes secundarios ( el grotesco detective Parkis, el ateo anti-predicador Smythe, etc) y con un supremo “espectador ausente” cuya poder se evidencia en la trama final de esta apasionante novela, que  por su originalidad, fuerza emotiva, y sus descripciones casi cinematográficas, resulta enormemente sólida, sutil y convincente. Se trata, en definitiva, de una novela donde al trío protagonista, un triángulo de personajes memorables, se une otro personaje al que el lector no puede percibir ni concebir, que está por encima de la propia narración y resulta incómodamente autónomo respecto del propio autor de la novela y del que ni siquiera puede afirmarse -ni dentro ni fuera de la novela- racional ni emocionalmente nada: Dios. En efecto, Dios es el auténtico protagonista del libro y supremo titiritero de las marionetas manejadas -¿en qué dirección? ¿para qué? ¿por qué? -que forman un guiñol sórdido, trágico y amargo.

La historia es anticonvencional, sumamente original y Greene nos la sirve con un estilo austero, sólido, pero siempre incisivo, incluso despiadado, y con una franca ironía. Estos personajes, arquetípicos, tan viejos como el mundo, resultan, absolutamente verosímiles y  frágiles. La crítica literaria de los años 50 consideró ”El fin del affaire” como una reflexión moral, una novela de algún modo moralizante, a favor del abrazo a la fé cristiana, mientras que la Iglesia (tanto católica como anglicana) la rechazó y atacó severamente al escritor, considerándolo un ateo peligroso. Es bien sabido que Greene era católico desde los años 20, del pasado siglo, aún a su pesar (declaró al respecto “ser católico es algo que ocurre”).

Esta novela excepcional, sin dejar un de ser una historia de amor, odio y dolor puede ser contemplada como un debate sobre la fé  o la no-fé , sobre la creencia o el agnosticismo, pero no cabe duda, que en manos del lector, tras su final , la reflexión se impone.

¿Convencerán o no al lector al respecto del dilema planteado, creer o no, amar o no, odiar o no, Sarah Miles, o Maurice Bendrix, o Henry Miles, o el padre Crompton, o Smythe o Parkis? Greene no se pronuncia ni se compromete.

Los personajes, cada cual a su manera, sí toman partido. Dios, juega, mientras tanto, a titiritero y, quizá, triunfa. Es el lector el que debe dirimir la cuestión tras pasar la última página de una novela, donde nunca una primera y una última frase fueron tan demoledoras. Recomendación total. 

LUIS AGIUS